desenfrenada. Verdad y fuerza deben anidar en el corazón para manifestarse con delicadeza
en las relaciones sociales. Así puede asumirse la actitud correcta respecto a Dios y los demás
hombres. Bajo ciertas condiciones la intimidación sin gentileza puede permitir lograr algo
momentáneamente pero no para siempre. En cambio cuando se gana el corazón de los
hombres por la amistad pueden ser conducidos a emprender voluntariamente tareas arduas e
incluso enfrentarán a la muerte sin temor, tan grande es el poder de la alegría sobre los clientes.
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